"Todo hombre tiene una pretensión legitima al respeto de su prójimo, y recíprocamente, el también está obligado al mismo respeto hacia cada uno de los demás hombres" Emmanuel Kant
Es como le he dicho y les digo a mis alumnos, el respeto es la base de la sociedad y no la familia como nos lo enseñaron dictatorialmente (léase por medio de dictados y las posteriores repeticiones mecánicas) en la educación formal. Una familia en la cual no haya respeto, ¿de cuál sociedad puede ser base? …ah, claro la nuestra.
Una sociedad donde el irrespeto se enquiste en todos sus estratos, es una sociedad que está lejos de lograr las más básicas normas de convivencia y pasa a ser una sociedad donde se sobrevive, en lugar de donde se vive y ni hablar de la Convivencia.
Les digo además a mis queridos alumnos, mientras compartimos un café, que llegamos al punto de creer que el irrespeto en su forma más digerible, es un valor. Y es que “la viveza criolla” es nuestro legado más preciado y casi idiosincrático cuando espetamos la siguiente frase: “Chico yo voy hacer una maracuchada” y la acompañamos de una sonrisa picara y ojos vivaces. Maracuchada que no es otra cosa que una mamarrachada que según el Diccionario de la Real Academia Española es una acción desconcertada y ridícula.
Un ejemplo de lo que digo es la política, somos testigos de cómo el irrespeto parece ser una de las premisas para la política criolla, escuchamos a gobernantes engañar u ofender y los peores en conjuntiva proposición, engañar y ofender. Y sus seguidores a razón de hordas aplauden y se enorgullecen de lo irrespetuoso de sus líderes. Porque el que aúpa al que irrespeta tiene en su tuétano el irrespeto condición sin ecua non de una Horda.
Así mismo el respeto es también, y luego de otro sorbo les comento a un grupo de supervisores, una de las claves para que un nuevo negocio, emprendimiento o empresa en general tenga éxito. Cuando, por ejemplo, irrespetamos nuestras responsabilidades y/o sus tiempos…, estamos condenándonos al fracaso.
Debemos respetarnos a nosotros mismos, saber que el tiempo y el empeño que le asignemos a las tareas necesarias para nuestra empresa, serán las fundaciones para construir el éxito.
Éxito que está logrando, por cierto, nuestra selección de fútbol y que se debe, entre otras cosas al respetar un proceso. Las muchas diferentes posibilidades en el esquema de juego de la Vinotinto, gracias a la gran cantidad de buenos jugadores, hace que opinemos, casi tanto como venezolanos somos, que hay mejores onces (La Perla o Dani en el arco, Chiqui por el medio), pero claro está que en el fútbol el respeto a los procesos, a la continuidad es lo que lleva a cumplir los objetivos. El cuarto lugar conseguido en la Copa América nos impregna de un entusiasmo que no es utópico.
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