Asamblea Nacional… ¿Para qué?

Está semana conversábamos, unos tomando agua de coco, otros unos prietos cafés y algún otro algo que parecía flor de cayena, sobre la importancia de un parlamento legislativo en el buen desarrollo de una República plenamente democrática, trataré de resumir un poco en estas líneas los diferentes planteamientos que en esa mesa se hicieron.
Primeramente un grupo ponía en entredicho la posibilidad de participar en las venideras elecciones, argumentos como la imparcialidad del CNE, el ventajismo del gobierno, la inexistencia en la separación de los poderes públicos, la apatía y/o desgano del venezolano sumergido en un estado de indefensión y un largo rosario de cuentas.
Otros menos pesimistas aseguraban que con una Asamblea con mayoría simple opositora tampoco era mucho lo que se podía lograr, poco era lo que influiría en el futuro inmediato del país. Y por supuesto, estaban los que confiaban en ganar las elecciones de forma categórica y con las 2/3 partes de la Asamblea Nacional comenzar a cambiar el destino.
Mi reflexión gira en torno a los hilos transversales de estas opiniones y aquellas otras que se dijeron en esa tarde calurosa. Hay algo que es indudable y es la importancia de la Asamblea Nacional como Poder, sus capacidades de legislar así como la de control sobre la administración pública, son indispensables para el buen funcionamiento de una República.
Es así que una República democrática y progresista debe necesariamente descansar en la más clara separación de los poderes públicos, una confrontación de ideales progresistas y tradicionales deben ser dirimidos desde la claridad e independencia de estos poderes, pero principalmente del legislativo, ya que este es el encargado de elevar al rango del ley el resultado de esa confrontación y además velar por el cumplimento de las mismas por parte del resto de poderes.
Otro de los elementos en común, producto de una conversación con diferentes actores de la vida pública y que considero reflejo del sentir nacional, está en el acto mismo de las elecciones. El participar o no debe ser ya para estos momentos una discusión sin sentido alguno, el dejar espacios debería ser ya una práctica irrepetible. La participación ciudadana debe ser más activa aun. Porque los que argumentan que no hay separación de poderes o que el CNE no es imparcial son los primero que deberían votar y defender su voto para terminar con el totalitarismo del Estado.
Esta independencia, esta pureza de las instituciones no la van a regalar, hay que trabajarla.
Para todos aquellos que tenemos ideales democráticos y una visión progresista centrada en el humanismo sabemos que lo más importante para lograrlo es un parlamento legislativo sano e independiente. Particularmente quisiera que la discusión fuese más allá, que se centrará en la posibilidad de un sistema bicameral, más allá aun, que se centrara en una discusión sobre las posibles ventajas de un sistema de gobierno parlamentario y no presidencialista.
Pero todo ello pasa primeramente por reinstaurar las virtudes republicanas en el país, y eso pasa indefectiblemente por participar en estas elecciones parlamentarias y hacerlo de modo activo, activismo que debe ser desde ya, en la previa, por supuesto el 6 de diciembre y luego en la reconstrucción de la institucionalidad de nuestro país.

José Miguel Briceño Escobar: @ProfesorJB
Integrante del Círculo Progresista: @EsProgreso

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